Estos días es noticia la apuesta de Apple por su intención de introducir una pantalla curva, táctil y flexible en sus próximos modelos del popular iPhone, con el objetivo de aprovechar la mayor superficie posible del dispositivo móvil. Incluso en determinadas ferias del sector se han llegado a mostrar dispositivos ligeros totalmente enrollables, que no tardarán en llegar al mercado cuando se consigan comercializar a un precio competitivo.
Esto es posible gracias a la electrónica flexible, que se encuentra en pleno desarrollo y cuenta con unos datos muy prometedores. Se espera que para el 2021 el 56% de los componentes de la electrónica orgánica sean totalmente impresos y el 43% sea no-rígidos o electrónica flexible (conforme a la flexibilidad de los sustratos).
El uso de esta tecnología lo veremos especialmente en el envase y el etiquetado, por las múltiples posibilidades de dotar de valor añadido a los productos, además a unos costes relativamente bajos al simplificar los procesos productivos.
En este sentido, la impresión funcional permitirá la inclusión de materiales inteligentes en sustratos convencionales a gran escala y bajo coste para desarrollar productos con nuevas y mejores propiedades, re-aprovechando técnicas de producción y conocimientos existentes como son las tecnologías de impresión convencionales.
De esta forma, se podrán obtener envases con etiquetas con iluminación OLED que atraen la atención en el lineal o que incluyan transponedores RFID de bajo coste para un control automático de su trazabilidad, conectando al fabricante y al usuario final en tiempo real.
Con esta tecnología también se podrán imprimir en el envase pantallas flexibles, células solares y baterías que permitan dotar de nuevas funciones al producto, como por ejemplo imágenes en movimiento o incluso juegos que le diferencien del resto.
También se podrán añadir a los sustratos directamente etiquetas antifalsificación, que supondrán una garantía contra el fraude y la copia, o indicadores con información útil del producto que contiene como su caducidad, integridad o su frescura y tiempo-temperatura.
La posibilidad de conseguir todo este tipo de indicadores directamente impresos en el material de envase y embalaje, permitirá una mejor integración de estas nuevas aplicaciones en los procesos industriales. Además, y según las características de las tintas utilizadas, se podrán llegar incluso a fabricar circuitos electrónicos comestibles o biodegradables.
La industria está comenzando a explotar esta tecnología con desarrollos en el ámbito de las tintas luminiscentes y dispositivos OLED, entre otros, y los resultados de la continua Investigación y Desarrollo realizada desde hace años permitirán su definitiva implantación.
Como he comentado al principio, hasta la industria más puntera se reinventa constantemente para dotar a sus productos de nuevas funcionalidades y diferenciarse respecto a su feroz competencia. Este mismo principio debe aplicarse a la industria del envase y embalaje y el etiquetado, que puede encontrar en esta tecnología un excelente aliado para conseguir ser más competitiva.
Javier Zabaleta
Director Gerente de ITENE