El packaging para bebidas es una industria que, tras años de cifras poco halagüeñas por la contracción del consumo experimentada durante la crisis económica, se ha sabido reinventar en los últimos tiempos para adaptarse a las nuevas formas de consumo (‘on-the-go”, personalización de la oferta, experiencias sensoriales), a las demandas de bebidas más saludables, ecológicas y que aporten bienestar, o a un nuevo campo de operaciones en el que las redes sociales cuentan -y mucho- a la hora de generar adhesiones y crear opinión. En este escenario, el packaging tiene mucho que decir: a cada una de estas tendencias ha respondido con imaginación, recursos y responsabilidad, que son la madre de la innovación. ¿Quién puede negar que el de las bebidas no es un sector innovador? Se ve no sólo en los sabores, ingredientes y creaciones que cada día se lanzan al mercado; se ve, rápidamente y con claridad meridiana, tan sólo con pasear unos minutos por cualquier lineal de bebidas de un supermercado. Abunda y prolifera el packaging de valor añadido, ciertamente en algunas categorías más que otras (la ginebra y las cervezas artesanales, por ejemplo, destacan sobremanera en este sentido), pero siempre con clara voluntad de dotar al producto de alma, de magia, de ese intangible que tanto valoran las marcas. Encontrará el lector numerosos ejemplos de todo esto en estas páginas. Lean, por ejemplo, la entrevista realizada a Carmen Enciso, socia fundadora de Bodegas Valenciso: “Nuestro vino está mimado por dentro y por fuera”. Aquí está la clave. Por dentro y por fuera. Tomen nota aquellos que todavía no lo han asumido. Y tomen nota los industriales del packaging: mimar el producto por fuera es vestirlo de experiencias, valores y funcionalidades que, indudablemente, acaban impregnando al consumidor, que sabe valorar hoy en día ese valor añadido.
Javier Romero
Fundador de Infopack
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